Visita ad Limina
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    Es la que realizan al Papa todos los Obispos católico, al menos cada cinco años, según la Ley de la Iglesia (C.D.C. c. 400). "Ad limina" literalmente significa "al umbral" y alude a la cercanía del Pastor supremo de la Iglesia en Roma. Esta visita tiene doble senti­do: el espiritual y el eclesial. El primero se cumple orando ante la tumba de los Apóstoles Pedro y Pablo.
    El segundo se realiza dando cuenta al Papa, Cabeza visible de la Iglesia, de la misión episcopal triple: de enseñar, de gobernar y de santificar a los fieles que el mismo Papa ha confiado a cada Obispo en su Diócesis.
    Ante la abundancia de Obispos en el mundo (unos 3.000 católicos) la visita se hace en la práctica en grupo relacionados con cada Conferencia episcopal o región de la Iglesia. Y se entregan al Pontífice informes previamente elaborados a través de los Organismos romanos (Congregaciones romanas, de manera especial la de los Obispos).
    Evidentemente esta visita no es un tributo de vasallaje. El Papa es un Obis­po como los demás, en su Diócesis de Roma, sino de unidad y de solidaridad, ya que cada Obispo no es solo pastor de su Diócesis, sino solidariamente de toda la Iglesia.